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Los palestinos desde hace siglos han sido las víctimas propiciatorias de los creyentes judíos, que generalmente siempre han impuesto sus criterios religiosos a sus gobernantes, tal como hacen los musulmanes salafistas con sus gobiernos
En tiempos de Roma, los judíos intentaban presionar al Imperio Romano para hacer prevalecer sus creencias y costumbres frente a los intentos de civilización de los grecolatinos, los cuales los consideraban una secta religiosa bárbara formada por múltiples facciones sediciosas que conspiraban contra el Imperio y se desangraban en luchas fratricidas.
Más de 2.000 años después, los creyentes judíos capitaneados por el fanático Netanyahu, descargan todo su odio hacia los países que se oponen a la ocupación ilegal de los territorios palestinos.
Pero los judíos, que han obtenido "gratuitamente" el derecho a ocupar unos territorios de los que fueron expulsados en su día por su mala vecindad y su carácter sedicioso y belicoso, vuelven a las andadas.
No les ha llegado con el "castigo divino" que narra su correligionario Josefo Flavio, cuando señala a los creyentes judíos como los culpables de la destrucción del Templo de Jerusalén, arrasado hasta dejar tan sólo un muro en el que poder lamentarse de por vida.
No les ha servido la historia para enterarse que su religión es tan negativa que les convierte en sus propios enemigos, cuando sus gobernantes se empeñan en imponer una supuesta supremacía que parte de la leyenda de Moisés.
Ese Moisés milagrero, que humillaba a los faraones y se abría camino separando las aguas del Mar camino de la tierra prometida, alimentando a sus seguidores con el "maná" mientras vagaban por el desierto.
Todas estas fábulas religiosas y otras muchas más, son las que alimentan la imaginación de una familia religiosa que pierde el Norte con una facilidad asombrosa, cada cierto tiempo cuando se le cruza en su camino un visionario como Netanyahu que intenta emular a Moisés.
Cuando las armas se cargan con la religión nadie es inocente
A lo largo de la historia, los creyentes judíos han demostrado ser muy poco respetuosos con sus vecinos, a los que han humillado, insultado y despreciado con sus furibundos ataques, amenazándoles con el terrible castigo de su Dios, razón por la cual siempre han recibido una respuesta contundente.
Nadie pone en duda la honradez y la eficacia de los ciudadanos del Estado de Israel, los israelíes, que no israelitas -los descendientes de Jacob- aquel que cambió su primogenitura por un plato de lentejas.
Lo malo de Israel es la perniciosa influencia de su fanatismo religioso, cada vez más en alza y cada vez más presente en los gobiernos del Estado de Israel. Atrás quedaron los tiempos en que los moderados del Partido Laborista Israelí, compensaban y moderaban la política del Estado Israelí.
Ahora se acerca de forma peligrosa la instauración de un Estado confesional similar a los Califatos musulmanes o la República Islámica de Iran, que pretende convertir al Estado de Israel en un Estado judío.
Y no estamos hablando de una nueva idea, ya que en 1.896 se difundió esta idea en el libro titulado "El Estado Judío" (Der Jundenstaat) de Theodor Herzi, considerado entonces el nuevo Moisés.
En una cultura plagada de Profetas y Mesías, todo es posible, de momento los judíos están ofendidos por que se les ha llamado al orden… y amenazan con la ira de su Dios.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro