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En el marco de una Selección Argentina campeona del mundo en Qatar a mano de Lionel Messi y todo su equipo, los funcionarios trastabillan y se ausentan
En la tardenoche del 18 de diciembre en Qatar, la Selección Argentina masculina de fútbol hizo historia al ganar la final de la Fifa World Cup frente a la Francia de Mbappé. De esa forma, el seleccionado dirigido por Lionel Scaloni, con jerarquía y futbol “de potrero”, supo regalarle al pueblo argentino un ansiado justificativo para volver a sonreír, sobre todo a una sociedad tan golpeada por las inestabilidades económicas y culturales gestadas desde hace más de una década e intensificadas en los últimos años.
Por cuestiones protocolares, este sábado 17 el presidente de la República Francesa Emmanuel Macron viajó a la ciudad de Lusail para presenciar la final del mundo y recibir a los condecorados en la grada de las medallas una vez finalizado el espectáculo. Días antes de disputarse la final, el ámbito periodístico y social de Argentina discutió fervientemente si el actual presidente Alberto Fernández debía asistir al evento; incluso, muchos verían ese acto, sobre todo la oposición, como una falta de respeto a la deplorable situación económica del país. Lo cierto es que el presidente de la República Argentina, rompiendo los protocolos lógicos, se hizo ausente en Qatar y la selección argentina levantó la copa del mundo acompañada sólo por aquellos que merecían ver de cerca el espectáculo.
Es el deporte y el futbol lo único que le regala una sonrisa y esperanza al pueblo argentino
Al ver a través de la pantalla a Messi recibir la copa mi inconsciente hizo una pausa, fue un momento breve pero concreto que despertó, quizás, mi aspecto de escritor, crítico o periodista. No pude más que pensar: “hoy es el deporte, el futbol, es un grupo de futbolistas, de dirigentes y el cuerpo técnico aquellos que le regalan una sonrisa, una alegría y una esperanza al pueblo argentino”. Entonces, un segundo después sentí la ausencia, sentí, como argentino y como escritor (que intenta ver las cosas por detrás) esa asencia política y pensé: “el presidente Fernandez debió haber venido por respeto a los futbolistas y al deporte, pero esto que estoy viendo es tal cual debe ser, esto que veo representa a lo que verdaderamente está pasando: el futbol se hace presente para regalarle felicidad a la gente, pero la política está ausente... muy ausente”.
Lo cierto es que, contra viento y marea, esta disruptiva selección argentina levanta la copa del mundo y se instala junto a los outsiders, a los locos, a los desquiciados, los intransigentes y marginados del sistema haciéndole frente a la burocracia, las críticas y las imposibilidades que se le cruzaron en este durísimo camino a la gloria.