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Calígula. El Imperio de la Lógica

12/05/2023 11:01 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Una aproximación al Calígula de Albert Camus a partir de la figura histórica del emperador romano. Mientras Suetonio se interesa por el tirano y no ahorra esfuerzos para presentarlo como un monstruo sanguinario, demente y depravado, Camus nos presenta al ser humano detrás del monstruo

Imágen de portada: Emperador Calígula a Caballo. By Rijksmuseum - http://hdl.handle.net/10934/RM0001.COLLECT.96856, CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=85412304

 

Cayo Julio Cesar Augusto Germánico, nació en el seno de la familia Julio-Claudia, familia a la que pertenecen los primeros cinco emperadores romanos. Nombrado emperador a la edad de veinticinco años, llego al poder en medio del júbilo popular; de hecho, el regocijo publico fue tal, que en menos de tres meses se sacrificaron más de ciento sesenta mil víctimas; querido y aclamado por las provincias y los ejércitos que lo habían visto niño, y a quienes debe el sobrenombre de Calígula, diminutivo de caliga, palabra que designa un tipo de calzado militar; y querido por los habitantes de Roma que veían en él la imagen de su padre, el general Germánico, considerado uno de los más grandes generales romanos. Una de las principales fuentes de información en relación con su vida es Vidas de los Doce Césares,  colección de biografías de los emperadores romanos del primer siglo del imperio, escrita por el biógrafo romano Cayo Suetonio Tranquilo (1). En su biografía de Calígula, Suetonio nos presenta la imagen de un hombre inteligente y cultivado, que llegó al poder en medio del clamor popular, y que inicio su reinado con un comportamiento ejemplar, confirmando de este modo todas las esperanzas depositadas en él: decretó una amnistía para los exiliados y los condenados, concedió al pueblo el derecho al voto en los comicios para elegir magistrados y lo halagó con representaciones teatrales y combates de gladiadores, donó a cada ciudadano trescientos denarios y repartió gratuitamente alimentos y regalos. Con estas y otras acciones, Calígula se ganó la aclamación y el respeto de todas las clases sociales y recibió el juramento de fidelidad de todas las provincias del Imperio. Sin embargo, las cosas no tardan en cambiar y Suetonio advierte: “Hasta aquí he hablado de un príncipe; ahora hablare de un monstruo” (2); y es así que Calígula entra en la historia como un emperador famoso por su crueldad de quien se dijo que: “Nada ambicionaba tanto como ejecutar lo que se consideraba irrealizable” (3). Lo que sigue es una serie de historias y descripciones crudas y a veces repugnantes, acerca de los hábitos y acciones del Calígula monstruo, que ha pasado a la historia Convertido en prototipo del déspota sanguinario y del tirano demente. Este es el punto de partida del Calígula de Albert Camus quien, en el prólogo a la edición de Nueva York, resume su obra con estas palabras:

“Calígula, hasta entonces un emperador relativamente aceptable, advierte a partir de la muerte de Drusila, su hermana y su mujer, que el mundo no es satisfactorio. Desde entonces, obsesionado con lo imposible y envenenado por el desprecio y el horror, trata a través del asesinato y la perversión sistemática de todos los valores, de ejercer la libertad. (Camus. 1961). (4)”

Ahora bien, Calígula es una obra de teatro en cuatro actos, basada en la vida del Emperador romano tal y como es descrito por Suetonio. La acción se desarrolla en el palacio del emperador en Roma. En el primer acto, el emperador se transforma en un déspota sanguinario, a partir de la muerte de su hermana y amante Drusila. En el segundo acto, vemos cómo los senadores planean una conspiración en contra de Calígula. En el tercer acto, los senadores son obligados a adorar a Calígula como si fuese un dios, mientras Helicón, su perro fiel, le advierte de las maniobras en su contra. Por último, en el cuarto acto, Calígula es asesinado por los patricios y cae gritando: ¡Todavía estoy vivo!

Ahora, mientras Suetonio se interesa por el tirano y no ahorra esfuerzos para presentarlo como un monstruo sanguinario, demente y depravado, Camus nos presenta al ser humano detrás del monstruo. El Calígula de Camus es un hombre capaz de despertar empatía, un hombre que en medio de su locura habla de alcanzar imposibles, de angustias humanas y de un mundo insatisfactorio.

En el primer acto, Calígula acaba de perder a su hermana y amante Drusila (5), y escapa de Roma para luego regresar convertido en un hombre totalmente diferente; la muerte de Drusila ha provocado un giro en su forma de ver y entender el mundo y le ha descubierto una verdad simple y obvia, una verdad que por su misma simpleza escapa a la razón de los hombres:

CALÍGULA: (apartado, en tono neutro). Los hombres mueren y no son felices. (Calígula, Acto I, escena V.) (6)

En los días que estuvo fuera del palacio, Calígula descubre lo absurdo en el mundo, la tensión permanente entre el siempre insatisfecho deseo humano y la imposibilidad de comprender completamente el mundo; pero el absurdo (7),  no puede ser final ni conclusión, por el contrario, el absurdo es un comienzo. De acuerdo con Camus, el absurdo se encuentra incrustado en la vida humana, está relacionado con el ser humano en cuanto ser en el mundo, de ahí que se centre directamente en el comportamiento humano, en la relación entre el sujeto y el mundo. Frente al deseo de claridad del ser humano, el mundo aparece como algo irracional, insatisfactorio, absurdo; y así lo expresa Calígula:

CALÍGULA: Sí. ¡En fin! Pero no estoy loco y aun más: nunca he sido tan razonable. Simplemente, sentí en mí de pronto una necesidad de imposible. (Pausa.) Las cosas tal como son, no me parecen satisfactorias.

HELICÓN: Es una opinión bastante difundida.

CALÍGULA: Es cierto. Pero antes no lo sabía. Ahora lo sé. (Siempre con naturalidad.) El mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.” (Calígula, Acto I, escena V.)

Albert Camus se propone explorar los alcances y limites de la razón humana. Con este propósito lleva a Calígula, a través de una lógica implacable, a la conclusión de que es mejor pedir la luna, es decir, lo imposible; sin embargo, la lógica del Emperador esta viciada, y, al final, él mismo debe reconocer que la conclusión a la que llegó es errada. Ahora, para entender porqué resulta lógico pedir lo imposible, es necesario considerar la dimensión, propiamente subjetiva, en que la insatisfacción del ser humano ocupa un lugar inexcusable, en otras palabras, se trata de considerar qué lugar ocupa el deseo en esa tensión permanente entre el ser humano y el mundo.

Calígula ha conocido el sinsentido y por tanto el sufrimiento, por ello siente sed de lo imposible, pues lo posible le resulta absurdo e insatisfactorio; Calígula lo posee todo y sin embargo nada lo satisface, por eso busca la luna, porque poseer la luna tal vez sea más fácil que ser hombre. Helicón, por su parte, señala lo obvio; que el mundo no es satisfactorio es algo que todos saben, una verdad evidente; sin embargo, las verdades simples son difíciles de descubrir y pesadas de llevar. Por otra parte, el absurdo se manifiesta como un sentimiento, y, al descubrirlo, el ser humano desarrolla una sensibilidad absurda, un malestar que no sólo es moral sino también físico, y así lo experimenta Calígula:

CALÍGULA: Tú no puedes comprender. ¿Qué importa? Quizá salga de esto. Pero siento subir en mí seres sin nombre. ¿Qué haré con ellos? (Se vuelve hacia Cesonia.) ¡Oh, Cesonia! Yo sabía que era posible estar desesperado, pero ignoraba el significado de esta palabra. Creía, como todo el mundo, que era una enfermedad del alma. Pero no, el cuerpo es el que sufre. Me duelen la piel, el pecho, los miembros. Tengo la cabeza vacía y el estómago revuelto. Y lo más atroz es este gusto en la boca. Ni de sangre, ni de muerte, ni de fiebre, sino de todo a la vez. Basta que mueva la lengua para que todo se ponga negro y los seres me repugnen. ¡Qué duro, qué amargo es hacerse hombre! (Calígula, Acto I, escena XII.)

Ahora, al Emperador lo posible le resulta absurdo e insatisfactorio, y, en consecuencia, se lanza a una empresa imposible: seguir la lógica del mundo; así pues, luego de que el Intendente le recuerde que debe atender las cuestiones concernientes al tesoro público, Calígula ordena que los patricios deshereden a sus hijos y testen a favor del estado. Además, resuelve que se hará morir a todas las personas que hagan falta para satisfacer las necesidades económicas del imperio. De esta forma, los problemas financieros serán resueltos en forma ágil y directa. Semejante decisión es consecuencia lógica del razonamiento del mundo, pues Calígula no hace más que aplicar, llevándolo hasta sus últimas consecuencias, el punto de vista de todo el mundo incluidos los mismos funcionarios:

CALÍGULA: Escúchame bien, imbécil. Si el Tesoro tiene importancia, la vida humana no la tiene. Está claro. Todos los que piensan como tú deben admitir este razonamiento y considerar que la vida no vale nada, ya que el dinero lo es todo. Entretanto, yo he decidido ser lógico, y como tengo el poder, veréis lo que os costará la lógica. Exterminaré a los opositores y la oposición. Si es necesario, empezaré por ti.

EL INTENDENTE: César, mi buena voluntad no admite duda, te lo juro.

CALÍGULA: Ni la mía, puedes creerme. La prueba es que consiente en adoptar tu punto de vista y considerar el Tesoro público como un objeto de meditación. En suma, agradéceme, pues intervengo en tu juego y utilizo tus cartas. (Pausa, luego, con calma.) Además mi plan, por su sencillez, es genial, lo cual cierra el debate. Tienes tres segundos para desaparecer. Cuento: uno...

El intendente desaparece. (Calígula, Acto I, escena IX.)

En adelante, todo se reduce a ser absolutamente coherente, avanzando con paso firme hasta las últimas consecuencias, pues Calígula, siguiendo una lógica inflexible, ha concluido que: “las cosas no se consiguen porque nunca se las sostiene hasta el fin. Pero quizá baste permanecer lógico hasta el fin” (Calígula, Acto I, escena V.). Así, las medidas frías e implacables del emperador no son otra cosa que el resultado inapelable del razonamiento lógico: “Yo he decidido ser lógico, - asegura Calígula- y como tengo el poder, veréis lo que os costará la lógica” (Calígula, Acto I, escena IX). Este razonamiento lleva al Emperador, a pensar que la libertad total consiste en ejercer su poder omnímodo sin restricciones ni trabas, forzándolo más allá de sus límites hasta sus últimas consecuencias:

CALÍGULA: ¡Justamente! Se trata de lo que no es posible, o más bien, de hacer posible lo que no lo es.

ESCIPIÓN: Pero ese juego no tiene límites. Es la diversión de un loco.

CALÍGULA: No, Escipión, es la virtud de un emperador. (Se echa hacia atrás con un gesto de fatiga.) ¡Ah, hijos míos! Acabo de comprender por fin la utilidad del poder. Da oportunidades a lo imposible. Hoy, y en los tiempos venideros, mi libertad no tendrá fronteras. (Calígula, Acto I, escena X.)

De ahí en adelante, Calígula comienza a ejercer su libertad, una libertad que al final reconocerá errada, pues, como explica Camus, es una libertad que desafía a la amistad y al amor, la solidaridad del hombre común, lo bueno y lo malo. De esta forma, Camus concluye:

“Compromete a quienes lo rodean y les exige que sean lógicos, nivela todo lo que está a su alrededor por la fuerza de su desprecio y furia destructiva a las que lo conduce su pasión por la vida. Pero si en verdad su deseo es rebelarse contra el destino, su error reside en negar lo que lo une a la humanidad. Uno no puede destruir todo sin destruirse a sí mismo”(8).

Sin embargo, esa “diversión de un loco”, como la llama Escipión, no es falta de razón; eso lo reconoce Quereas en el segundo acto, cuando, refiriéndose al emperador, afirma:

"Las cosas tal como son, no me parecen satisfactorias."

PRIMER PATRICIO: La venganza es una razón.

QUEREAS: Sí, y la compartiré con vosotros. Pero sabed que no lo hago para ponerme de parte de vuestras pequeñas humillaciones. Lo hago para luchar contra una gran idea cuya victoria significaría el fin del mundo. Puedo admitir que os pongan en ridículo; no puedo aceptar que Calígula haga lo que sueña y todo lo que sueña. Transforma su filosofía en cadáveres, y para desgracia nuestra, es una filosofía sin objeciones. No queda otro remedio que golpear cuando la refutación no es posible. (Calígula, Acto II, escena II.)

Quereas representa la contraparte de Calígula; comprende al emperador, sabe de su esfuerzo y valentía, pero no coincide con su fin. Quereas trama el asesinato del emperador porque comprende que el ser humano no puede aspirar a lo imposible; intuye que la única forma de felicidad es esta infelicidad que nos brinda la seguridad del mundo de lo posible; esta ilusión que llamamos realidad, es lo único que posee el ser humano para poder existir, negar la mentira es negar nuestra humanidad; por ello, mientras Calígula se lanza a seguir la lógica del mundo, Quereas prepara la ofensiva del mundo. El emperador merece morir, pues se ha convertido en un extraño, un extranjero que se opone a lo que constituye la verdad del mundo: se opone a la irracionalidad.

En términos Camusianos, el razonamiento absurdo esgrimido por Calígula es un razonamiento errado que lo lleva a confundir el “todo está permitido” con “el nada está prohibido”, de ahí su despreocupación por la muerte que lo convierte en un suicida y, sobre todo, su irresponsabilidad que le impide medir las consecuencias de sus actos. Calígula piensa que el homicidio y la violación de todas las reglas establecidas le permitirán reafirmar su libertad sin límites, y, de este modo, pretende rebelarse contra el carácter absurdo de la condición humana. El Emperador no reconoce ningún límite, y todas sus acciones son llevadas más allá de cualquier frontera: poder, libertad, lógica, crueldad, todo es llevado más allá de sus limites, y es precisamente este afán de ir más allá de todo confín, lo que lo lleva finalmente al fracaso y a la perdición. Bien se puede concluir que el emperador será eliminado como consecuencia de no haber sabido mantenerse dentro de los límites que impone el mundo. Por otra parte, Calígula otorga a todas sus acciones el carácter de una enseñanza. Así, cuando Cesonia, alarmada, cree reconocer en las órdenes de Calígula una broma, escucha de él que no lo es. Es “pedagogía”, afirma el déspota:

CESONIA. ¡No te reconozco! Es una broma, ¿verdad?

CALÍGULA. No es exactamente eso, Cesonia. Es pedagogía. (Calígula, Acto I, escena X.)

Y más adelante concluye:

CALÍGULA. No abogues, la causa está juzgada. Este mundo no tiene importancia, y quien así lo entienda conquista su libertad. (Se ha levantado.) Y justamente, os odio porque no sois libres. En todo el Imperio romano soy el único libre. Regocijaos, por fin ha llegado un emperador que os enseñará la libertad. Vete, Quereas, y tú también, Escipión, pues, ¿qué es la amistad? Id a anunciar a Roma que le ha sido restituida la libertad y que con ella empieza una gran prueba. (Calígula, Acto I, escena XI.)

Al otorgar a sus acciones un carácter pedagógico, Calígula se propone despertar a los seres humanos de su ignorancia, pues los hombres no conocen el absurdo, no lo han experimentado; el Emperador se transforma en una prolongación de lo absurdo del mundo, y así, los seres humanos experimentaran en carne propia su condición absurda y abandonarán sus tradicionales ideas de felicidad, bien, justicia, etc. En términos camusianos, Calígula piensa que el homicidio y la violación de toda regla le permitirán reafirmar su libertad sin límites, y de este modo pretende rebelarse contra el carácter absurdo de la condición humana, con una despreocupación suicida por la muerte y una irresponsabilidad que le impide medir las consecuencias de sus actos. De esta manera, concluye Camus:

“Esta es la razón por la que Calígula despuebla [vacía] el mundo que lo rodea y, fiel a su lógica, hace lo necesario para levantar en su contra a aquéllos que finalmente lo matarán. Calígula es la historia de un suicidio superior. Esta es la historia del más humano y el más trágico de los errores. Infiel a la humanidad siendo fiel a sí mismo, Calígula acepta la muerte porque comprendió que nadie puede salvarse sólo y que uno no puede ser libre a costa de los otros.”(9)

En síntesis, Calígula pierde la esperanza en los seres humanos. Si la muerte es el único destino, entonces la existencia es absurda; el emperador encuentra la pureza humana en el mal, es allí donde el ser humano es realmente humano, realmente animal y realmente dios. En su obsesión por romper todo límite, su afán por alcanzar una libertad sin fronteras lo lleva a negar el amor, único lazo que podría unirlo a los demás seres humanos; borrando de este modo cualquier trazo de respeto por sus congéneres, oponiendo la vida al amor, Calígula concluye que vivir es lo contrario de amar:

CESONIA: (en un grito). No podrás negar el amor.

CALÍGULA: (estallando y con voz llena de rabia). ¡El amor, Cesonia! (La toma por los hombros y la sacude.) He aprendido que no es nada. El otro tiene razón: ¡el Tesoro público! Lo oíste, ¿verdad? Todo empieza con eso. ¡Ah, por fin voy a vivir ahora! Vivir, Cesonia, vivir es lo contrario de amar. Te lo digo yo y te invito a una fiesta sin medida, a un proceso general, al más bello de los espectáculos. Y necesito gente, espectadores, víctimas y culpables.

Se precipita hacia el gong y empieza a darle, sin tregua, golpes redoblados.

CALÍGULA: (sin dejar de golpear). Haced entrar a los culpables. Necesito culpables. Y todos lo son. (Siempre golpeando.) Quiero que entren los condenados a muerte. ¡Público, quiero tener público! ¡Jueces, testigos, acusados, todos condenados de antemano! ¡Ah, Cesonia, les mostraré lo que nunca han visto, el único hombre libre de este imperio! (Calígula, Acto I, escena XII).

La condena a la libertad de la que habla Sartre, se convierte aquí en un anhelo de libertad absoluta, libertad que es perfectamente posible pero que sólo conduce al caos; un anhelo de libertad ilimitada y absoluta, que siempre tiende a transgredir las normas básicas de la vida en sociedad y a disolver todo rastro de respeto por el prójimo. Ese anhelo de libertad, puede bloquearse por un autentico sentimiento de pánico interior, pero el deseo no se elimina nunca, la sed no se sacia, el anhelo sigue activo y envenena la existencia humana. Así pues, luego de asesinar a Cesonia, Calígula advierte que la ausencia de límites en el ejercicio de la libertad, sólo conduce a la soledad y al fracaso.

CALÍGULA: […] Todo parece tan complicado. Sin embargo, todo es tan sencillo. Si yo hubiera conseguido la luna, si el amor bastara, todo habría cambiado. ¿Pero dónde apagar esta sed? ¿Qué corazón, qué dios tendría para mí la profundidad de un lago? (De rodillas y llorando.) Nada, en este mundo ni en el otro, que esté a mi altura. Sin embargo sé, y tú también lo sabes (tiende las manos hacia el espejo llorando), que bastaría que lo imposible fuera. ¡Lo imposible! Lo busqué en los límites del mundo, en los confines de mí mismo. Tendí mis manos (gritando), tiendo mis manos y te encuentro, siempre frente a mí, y por ti estoy lleno de odio. No tomé el camino verdadero, no llego a nada. Mi libertad no es la buena. ¡Nada! Siempre nada. ¡Ah, cómo pesa esta noche! Helicón no ha venido; ¡seremos culpables para siempre! Esta noche pesa como el dolor humano […] (Calígula, Acto IV, escena XIII)

En síntesis, Calígula es un símbolo del absurdo en el ser humano y también de lo absurdo del mundo. Lo único que podemos saber con certeza es que el ser humano es finito; esa es la única certeza que podemos tener. Todo lo demás es una trama engañosa que, aunque nos concierne, somos incapaces de comprender. Siempre necesitamos dotar de sentido las cosas para no perecer y así concluimos, erróneamente, que aquello que no tiene sentido no vale la pena; nos resulta imposible aceptar el sinsentido de la vida con el heroísmo de Sísifo, quien consciente de su castigo, sin resignarse ni rechazarlo, lo asume y lo acepta con toda la pasión que cabe en su cuerpo. Por último, Calígula no es una simple representación teatral, ni una ilustración literal, de la concepción del absurdo tal como la expone Camus en El mito de Sísifo, es, más bien, una ampliación del pensamiento camusiano expuesto como metáfora teatral.

 

NOTAS

1. Difícilmente pude ofrecerse una visión histórica exacta y objetiva de la vida de Calígula o de su reinado. La fuente más completa, y al mismo tiempo la más consultada, la ofrece Suetonio cuya biografía del César romano es la base principal en que se apoyan biógrafos posteriores como Dión Casio, mientras que los escritos de Cornelio Tácito sobre este Emperador se han perdido. El problema con estas fuentes es que no constituyen visiones objetivas sobre el personaje; debe tenerse en cuenta que Suetonio, Dión Casio y Tácito, eran personajes con una visión política republicana por lo que no sería extraño que sus plumas exageraran los excesos y defectos del régimen imperial; por otra parte, sus escritos sobre la vida de Calígula fueron redactados muchos años después de la muerte del Emperador, por lo que no pueden considerarse testimonios de primera mano. Ahora, las fuentes contemporáneas al Emperador las constituyen Filón de Alejandría y el conocido filósofo Séneca. Ambos conocieron personalmente al emperador; no obstante, la objetividad de Seneca ha sido cuestionada debido a su odio por el Emperador quien lo desterró, probablemente por su participación en la conspiración de Getúlico del año 39. Respecto a Filón de Alejandría, escribió una relación sobre su embajada a Roma en el año 40: De la Embajada a Cayo y Flaco, texto que ofrece unos pocos detalles sobre el inicio del reinado de Calígula, pero dado que se centra en los hechos que sucedieron en las provincias de Judea y Egipto no aporta elementos suficientes para perfilar la figura histórica del César romano.

2. Suetonio (1960). Vidas de los doce Cesares, Calígula XXXVIII. Clásicos Jackson. Vol. V., W. M. Jackson, INC. Editores. Buenos Aires, Argentina.

3. Ibíd. XXXVII.

4. Citado por Dubatti Jorge en: “Calígula” de Albert Camus, ejemplo y contra modelo de una ética absurda. Documento en línea, disponible en: http://saquenunapluma.wordpress.com/2011/07/15/%E2%80%9Ccaligula%E2%80%9D-de-albert-camus-ejemplo-y-contramodelo-de-una-etica-absurda/.

5. Para establecer y aproximarse a la relación entre el cambio de personalidad que se obra en Calígula y la muerte de Drusila, Camus se apoya en el siguiente pasaje de la biografía de Calígula narrada por Suetonio:“Créese que llevaba aún la pretexta cuando arrebató la virginidad a Drusila, y un día le sorprendió en sus brazos su abuela Antonia, en cuya casa se educaban los dos. Casáronla en seguida con el consular Lucio Casio Longino, pero Cayo se la arrebató y la trató públicamente como a su esposa legítima. En una enfermedad que padeció la instituyó heredera de sus bienes y del imperio. Cuando murió, hizo suspender todos los negocios; y durante ese período fue crimen capital haber reído, haberse bañado, o haber comido con los parientes, la esposa o los hijos. Como enloquecido por el dolor, se fugó una noche de Roma, atravesó sin detenerse la Campania y llegó a Siracusa, de donde volvió tan bruscamente como fue, con la barba y los cabellos desmesuradamente largos. En lo sucesivo no juró más que por la divinidad de Drusila, hasta en las circunstancias más solemnes, y hablando al pueblo y a los soldados […]”. Véase: Suetonio (1960). Vidas de los doce Cesares, Calígula, XXIV. Clásicos Jackson. Vol. V., W. M. Jackson, INC. Editores. Buenos Aires, Argentina.

6. Todas las citas de Calígula están tomadas de: Camus Albert, (s/f) Calígula. Edición: Proyecto Espartaco (http://www.proyectoespartaco.com). Disponible en: http://www.olimon.org/uan/camus-caligula.pdf

7. En El mito de Sísifo, Albert Camus define el absurdo como un “malestar moral y físico que proviene de la incapacidad para comprender el mundo que nos rodea”. El sentimiento del absurdo surge de una confrontación entre una situación fáctica y el mundo que la supera. De ahí que el absurdo no se encuentre en el mundo o en el ser humano, sino en la relación entre ambos. Camus advierte: “No sé si este mundo tiene un sentido que lo supera pero sé que no conozco ese sentido y que por el momento me es imposible conocerlo. ¿Qué significa para mí un significado fuera de mi condición? No puedo comprender sino es en términos humanos. Lo que toco, lo que me resiste, eso es lo que comprendo”. De acuerdo con Camus, el absurdo invade la existencia humana manifestándose en: El reconocimiento del paso del tiempo; La conciencia de nuestra mortalidad que se expresa en el “horror a la muerte”; La existencia de un vacío entre nuestra subjetividad y la ajena; La “alienación” del yo. Por último, decir que algo es absurdo es igual a decir que es imposible, o también, contradictorio. De igual manera, el absurdo es lo inadmisible, lo irrealizable, lo incomprensible, lo injustificable. Véase: Camus, Albert (1999), El mito de Sísifo, Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina.

8. Ídem. Nota 4

9. Ídem. Nota 4

Referencias Bibliográficas

Camus Albert, (s/f) Calígula. Edición: Proyecto Espartaco (http://www.proyectoespartaco.com). Disponible en: http://www.olimon.org/uan/camus-caligula.pdf

              (1999). El mito de Sísifo. Editorial Losada. Buenos Aires, Argentina.

Suetonio (1960). Vidas de los doce Cesares. Clásicos Jackson. Vol. V., W. M. Jackson, INC. Editores. Buenos Aires, Argentina.

Dubatti Jorge (s/f). “Calígula” de Albert Camus, ejemplo y contra modelo de una ética absurda. Documento en línea, disponible en: http://saquenunapluma.wordpress.com/2011/07/15/%E2%80%9Ccaligula%E2%80 %9D-de-albert-camus-ejemplo-y-contramodelo-de-una-etica-absurda/.


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Julian Naranjo (18 noticias)
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