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La crisis del nacimiento prematuro es un articulo de: Su Hijo
La pareja que ha tenido un bebé prematuro atraviesa un estado anímico muy especial en el que se confunden temores e incertidumbres. Superarlos o, al menos, comprenderlos, es el primer paso para acercarse afectivamente al recién nacido.
La atmósfera apacible de felicidad y optimismo que rodea al parto normal no suele acompañar a los padres de un bebé prematuro, lo cual es totalmente comprensible sobre todo si es primerizo teniendo en cuenta que padres no se nace sino que se hacen.
La madre pudo haber estado varios días internada en la maternidad, inmóvil en su cama, tratando de demorar el parto hasta completar el término, o bien puede ocurrir que se haya enterado de la inminencia del parto en la sala de guardia. El rol del marido en estos casos es crucial.
El parto suele tener lugar en un clima de urgencia, donde ni siquiera se sabe si el papá va a poder estar presente. La madre apenas logra ver al recién nacido unos instantes; luego, el niño es colocado dentro de una incubadora y trasladado a un sector de cuidados especiales. El personal médico no puede responderle con pronósticos exactos y cuando la madre visita por primera vez al bebé se encuentra con una criatura diminuta, distante, conectada con monitores, separada de ella y rodeada de personas extrañas que se ocupan de su cuidado.
Preocupados por los problemas que puede llegar a tener el niño en el futuro y por su hospitalización y las posibles dificultades en hacerse cargo de él cuando sea dado de alta, los padres del prematuro atraviesan, inmediatamente después del parto, un período de crisis, estado que se suma al clima de ansiedad propio de cualquier parto normal
Los problemas de la madre del recién nacido pueden ser reunidos en tres grandes grupos:
Es conveniente que el recién nacido prematuro reciba diariamente la visita de su padre y, periódicamente, la de sus hermanos y abuelos. Se reforzarán de esta manera los afectos familiares y el bebé será integrado rápidamente a su familia.
Todas las acciones institucionales (del hospital o la maternidad) que se programen en este sentido resultan tan valiosas y necesarias al niño como los cuidados más complejos que requerirá para resolver sus problemas físicos. De poco valen éstos aisladamente, si no se ha logrado que el bebé sea querido y comprendido por quienes han de compartir el futuro con él.
Gabriela Nari | Editora de Suhijo.com