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Fortnato Aguerre, Alcalde de Estella en 1936, fie además uno de los fundadores del equipo de fútbol Osasuna, emprendedor apasionado en los comienzos de la Ikastola de Lizarra, con la ayuda de Petrita Azpiroz.Era hombre muchas facetas.
Fortunato Aguirre es la imagen del valor personal, pero tambien de la venganza que alentaba el 18 de Juliode 1936 en Navarrra. Fortunato era el alcalde de Estella y entre sus funciones una era vigilar a los jefes sublevados desde antes del principio. Reunió datos para abortar los movimientos sediciosos de los cabecillas y los iba a pasar al ministerio del interior. Mola lo supo, se vengó cuando pudo y lo eliminó sin piedad, por venganza y escarmiento.
El mismo 18 de julio, los falangistas se dirigieron a Arellano, donde vivía, y lo trasladaron a la cárcel de Lizarra. Fortunato Agirre estuvo preso 72 días, al cabo de los cuales fue asesinado un 29 de abril de dos tiros en la nuca y enterrado a escondidas. Su esposa estaba embarazada de mellizas. Mirentxu y Mikele nacieron a los 34 días de su asesinato.
Con Fortunato Agirre cayeron también asesinados algunos miembros de la Policía Municipal de Estella, con su jefe a la cabeza, y el capitán de la Guardia Civil leal a la República que pretendió nido nada más darse el golpe faccioso triunfante sin oposición alguna en Navarra.
Agirre Lukin nació en Arellano, Lizarraldea, un 12 de julio de 1898, y murió asesinado el 29 de septiembre de hace ya ochenta largos años.
Fortunato Agirre se trasladó a vivir y se estableció en Lizarra-Estella donde instaló un pequeño taller mecánico y se casó en 1929 con Elvira Aristizabal, con la que tuvo cinco hijos. Fue uno de los fundadores del equipo de fútbol Osasuna, emprendedor apasionado en los comienzos de la Ikastola de Lizarra, con la ayuda de Petrita Azpiroz. Era miembro del Nafar Buru Batzar de EAJ/PNV, siendo entonces su presidente Jose Agerre.
Fue nombrado por aclamación alcalde de Lizarra-Estella allá en tiempos de la última República, querido por las derechas y respetado por las izquierdas de su pueblo, un alcalde popular que ejerció con otros cuatro concejales del PNV, de un total de trece en un ayuntamiento constituido, por cierto, por una mayoría monárquica. Combatió el paro, trazó las grandes vías de ensanche de la ciudad, construyó carreteras radiales y puentes, fomentó la cultura y el euskera, presidió a su vez la Asamblea del Estatuto Vasco celebrada en Lizarra-Estella en 1932. Con motivo de la rebelión de los alcaldes vascos contra las conculcaciones del Concierto Económico, fue procesado en unión de 1.500 alcaldes más, siendo separado del cargo por sentencia judicial y repuesto con el nuevo gobierno del Frente Popular. Aplicó ante el gobernador civil de Navarra, remozando la tradicional fórmula de la democracia foral vasca, aquel “se obedece, pero no se cumple”.
En Lizarra-Estella había una guarnición militar de unos 2.550 hombres, comprendidas secciones de ametralladoras. Entre las colaboraciones impuestas al Ayuntamiento estaba la del arrastre de la munición que llegaba para el cuartel facturada por ferrocarril. En un envío recibido a primeros de julio de 1936, el alcalde, al proceder a su autorización, observó que la munición contenida en aquella remesa no era de reglamento, cuyas características y modalidades conocía bien por haber su época del servicio militar. Suspendió la entrega e informó al Gobierno de la República de las andanzas golpistas. Estaba convencido de la implicación golpista de Emilio Mola, a la sazón gobernador militar en Navarra, al que denunció. Aquella denuncia le costaría luego la vida.
Fortunato Agirre estaba convencido de que Emilio Mola guardaba miles de fusiles en el Monasterio de Irantzu y de Iratxe en connivencia y premeditación golpista con los requetés navarros y la iglesia reaccionaria ultramontana de Navarra y que conspiraban contra la legalidad vigente y la República. Agirre así se lo comentó telefónicamente al ministro del Interior de la República, Casares Quiroga, quien le quitó toda credibilidad y vetó cualquier posibilidad a sus sospechas. Fortunato no fue tomado en cuenta y se le ordenó que entregara dicha munición.
Navarra conoció frentes de guerra, batalla o trinchera alguna pero sufrió venganzas, represiones, muerte
La detención preventiva de Mola y los futuros golpistas
El miércoles 16 de julio tuvo noticia de que el general Mola, acompañado de otros militares, entre ellos los mandos de las guarniciones de Gasteiz, Logroño e Iruñea, se reunía en los claustros del Monasterio de Iratxe, a dos kilómetros escasos de Lizarra, a las 11 de la mañana, con algunos jefes y oficiales y significados fascistas. Consciente de su responsabilidad, enjuició inmediatamente su posible trascendencia y se dispuso a detener y conducir en calidad de presos a los reunidos. Reunió a la Guardia Civil bajo el mando del jefe de Policía, un capitán celoso republicano, quien dos días antes había sorprendido una reunión de fascistas en Lizarra y apresó y condujo a la cárcel a alguno de ellos por haber recibido a tiros a la guardia municipal de Lizarra que realizó el servicio a las órdenes del alcalde Fortunato Agirre. El gobernador civil de Navarra, previa consulta, ordenó al alcalde que desistiera de su postura, asegurando que Mola era un general adicto a la República y obediente al Gobierno.
Antes, mientras todo aquello evolucionaba, Manuel de Irujo y José Antonio Agirre estaban en Madrid en labores parlamentarias y allí mismo, en el Congreso de los Diputados, Indalecio Prieto, a la sazón presidente de la Comisión de Obras Públicas, les aseguró que Mola era un general leal a la República y que hacer caso a los infundios del alcalde de Lizarra era demoledor para el prestigio del Gobierno de la República.
No ha sido hasta 39 años más tarde, en 2015, que Lizarra-Estella ha conocido un nuevo alcalde euskaldun y nacionalista como Fortunato Agirre, el actual Koldo Leoz, quien tomó posesión de su cargo delante de los hijas mellizas, los nietos y nietas de Fortunato.
Está bien, es necesario mirar al futuro, no es bueno el carro de los agravios y de los odios ancestrales, pero la verdad es la verdad. Y a cada uno lo suyo: hubo en esos dñias hombres leales a la democracia, al autogobierno vasco y a la libertad, pero también hubo traidores, traidores a la libertad, a la legalidad vigente, traidores a la República, a Euskadi y a la democracia.
Estimamoa justo y necesario no perder la memoria ni las raíces, ni la razón de las luchas de los que lo dieron todo enarbolando su honestidad. Acompañamos estas lineas con un emocionado recuerdo a estas tierras navarras que no conocieron frentes de guerra, batalla o trinchera alguna pero sufrieron venganzas, represiones y matanzas crueles a manos impunes de los golpistas y facciosos de variado pelaje.Por eso hay tantas fosas comunes a lo largo de Navarra.
Es importante recordar, sí. Es preciso recordar con emoción contenida cómo en nuestra tierna infancia escuchabamos de labios de nuestros aitas cómo hablaban de que su aitas (el aitona), Fortunato Bujanda, miembro también de EAJ/PNV, conocía personalmente a otro Fortunato, Fortunato Agirre, alcalde él de Lizarra-Estella. Un saludo a ambos Fortunatos.