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Miles de personas se manifiestan desde la decisión de Pedro Sánchez de exhumar a Franco del Valle de los Caídos. El problema no es la gente, sino su administración, que día tras día admite realidades como esta
Mateo Aspa, París
1939. 2018. Nunca antes un dictador había estado presente tan profundamente en una sociedad avanzada, moderna, próspera y competente (o no tanto). Franco ha vuelto. El nazismo, el franquismo, la discriminación, la violencia, todo ha vuelto. De hecho, nunca se fue.
Desde la decisión del gobierno español socialista a cargo de Pedro Sánchez de extraer el cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos, miles de personas se han manifestado a lo largo de estos últimos meses en contra de dicha decisión; han salido a la calle, con banderas franquistas, en defensa de lo que hace un siglo toda España sufría; una dictadura. Es, innegablemente y tristemente, un hecho real. Sin embargo, es mi objetivo con gran claridad en esta noticia el poder analizar la situación, el por qué de este alzamiento, hoy más notable que nunca desde la restauración de la democracia española, en un país que, aún que con dudosa certeza, ha parecido "avanzado" y hasta "prosperable". Así pues, ¿por qué?.
En la fotografía, Francisco Franco, dictador español entre los años 1939 y 1975, quien 43 años después de su fallecimiento, se realza entre una minoría cada vez más amplia.
Cada vez que discuto con alguien sobre dicho suceso la respuesta es: "esto son solo cuatro gatos". Discrepo totalmente. No son "cuatro gatos"; miles de personas se muestran hoy en defensa del desentierro del dictador y, hoy día, ya no son una minoría. Por otro lado, tan solo una mínima parte de este grupo de personas vivieron la guerra entre 1936 y 1939.
En países como Alemania o Italia, las administraciones y el propio pueblo han hecho todo lo posible por acabar con su pasado dictatorial, mientras que en España este hecho va a contracorriente
La razón obvia por la cual la mayoría de este agrupamiento se han unido a esta "causa" es por su anterior educación. Posiblemente, sus familias y/o entorno social agravaron este hecho del cual hablamos, aún que también existe la posibilidad de un seguimiento posterior a su infancia. En cualquier caso, hoy están aquí, defendiendo el franquismo y dejando flores en la tumba de un dictador.
Lo que en mi humilde opinión mucha gente de este entorno no ha realizado, es que Franco mató, muy posiblemente, a gente de mi familia y de la suya, como también, y con mayor certeza, habrán sufrido las consecuencias de su victoria. Pero, ¿cómo vamos a saberlo? ¿a caso estábamos allí? Es mi postura, todo este grupo, que está en su derecho a creer y hacer lo que ellos consideren, no han pensado en lo que es una guerra, en lo que es vivir muerto de hambre a causa de los bombardeos sobre tu casa y los tuyos. En nuestro entorno, fácilmente alguien habrá sufrido esta terrible situación; esa fue, sin lugar a dudas, una terrible guerra y unos terribles 40 años para la historia de España, y por respeto a los muertos, Franco no debería ser mencionado en nuestra sociedad. Es por eso que, después de décadas de unos Populares dispuestos a hacer nada respecto a muchos de los monumentos y símbolos franquistas, los socialistas parecen entender la magnitud de la tragedia, predispuestos a solucionarla. Cabe mencionar que en países como Alemania o Italia, las administraciones y el propio pueblo han hecho todo lo posible por acabar con su pasado dictatorial, mientras que en España este hecho va a contracorriente.
Como conclusión, me gustaría dejar una reflexión, algo en qué pensar: ¿merecemos opinar sobre un dictador al que no vivimos, al que no sufrimos, dejando a un lado nuestra educación o entorno: no es esta una cuestión de la gente que lo perdió o lo ganó todo desde 1939 hasta 1975? Estamos en 2018. Arreglemos nuestra memoria y dejemos en el pasado algo tan terrible como una guerra en nuestra historia, pues ahora está en nuestras manos.
Mateo Aspa para Globedia, el diario colaborativo.