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Importancia del juego en el niño

05/04/2013 04:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Importancia del juego en el niño es un articulo de: Su Hijo

Si observamos a un niño ensimismado en su juego, colocando un bloque sobre otro, aprendiendo a andar en bicicleta, o armando un castillo con arena, los padres, con nuestra visión adulta, tendemos a pensar que solamente están divirtiéndose, algo totalmente diferente a una obligación como puede representar el ir a trabajar. Si retrocedemos en el tiempo quizá podamos recordar que en nuestra infancia, se nos inculcaba que el juego era diversión, hacer los deberes una obligación y que ir a trabajar una carga pesada para el adulto.

Si miramos ahora con otros ojos al bebé que, estáimagepracticando la motricidad fina pasando el sonajero de una manito a la otra, o bien al chiquito que intenta ponerse de pie solito, lo que en realidad están haciendo, es preparándose desde pequeños para el mundo. Se están entrenando para el trabajo útil que van a realizar en el futuro, de igual forma que el estudiante de sexto año, prepara sus exámenes para poder ingresar a la facultad. Los niños adoran los juegos, no porque estos sean fáciles, sino porque suponen un objetivo duro que desean alcanzar.

Muchas veces, como padres, nos quejamos de que nuestro hijo quiere jugar todo el día con las ollas y sartenes, en vez de hacerlo con sus juguetes nuevos. Pensamos que se aburrió demasiado pronto pero, la verdadera razón es que, en primer lugar ellos imitan lo que los adultos hacen; ¿no juegan ellos con ollas? tiene que ser divertidísimo y por otro lado, es que debemos permitir al niño que disfrute y explore del juego que él desee.

¿Juguetes caros o sencillos?

Por lo general, un niño disfruta mucho más con un juguete sencillo que con uno más elaborado. Y no es porque los niños sean simples... todo lo contrario. La verdadera razón de esta preferencia radica en que ellos están dotados de mucha imaginación. Si tiene para elegir entre el tren de metal nuevo, que va por rieles, que se prende y apaga con un botón o, simples bloquecitos de madera que conforman el tren, aunque parezca mentira, la segunda opción es la que van a elegir. Por supuesto que van a jugar con el tren nuevo, pero vamos a observar que se aburren enseguida, mientras que, los vagones hechos con bloques de madera son diferentes. Los niños ponen a prueba su ingenio y habilidad, formando una larga hilera con estos bloques y pararse a admirar su obra de arte. Para ellos es un desafío enorme. Probablemente se les ocurra transformar un camión con remolque, colocan estos bloquecitos encima y realizan entregas en la ciudad. Si se cansan, pasan a transformar en barcos los bloques, donde seguramente navegarán por un mar tormentoso en grupos o separados. Los niños pueden continuar durante horas así.

Muchos padres que no tiene dinero para gastar en juguetes caros, se sienten tristes porque no pueden adquirir ese autito enorme que está en la vidriera de la juguetería o la casa de muñecas que vieron que tiene la vecinita. Si pensamos todo lo que los niños pueden hacer con una caja de cartón, la misma va a oficiar de casa, camión, cama, garaje, avión y barco a la vez. Tampoco tomar esto como excusa para no comprar nunca más un juguete nuevo. Va a llegar un momento en que el niño pida la bicicleta y es bueno que los padres, si pueden, se la compren. Sólo quiero transmitir la importancia de las cosas sencillas en la vida de nuestros hijos.

Cada juego a su tiempo

Cuando un adulto juega con un niño, generalmente se siente tentado a inventar un juego fuera de lo común o complicado por demás. Puede ser el caso de que se le haya regalado a una niña una muñeca con un vestuario completo y los padres quieras empezar de forma inmediata, a vestirla, colocando en primer lugar la ropa interior. Resulta que la pequeña quiere colocarle el buzo azul obviando todo lo demás. Y es que siempre se debe respetar el momento del juego. Los adultos no se tienen que entrometer. Cualquier niño disfruta de la compañía de un padre en el momento de jugar, pero siempre y cuando, se juegue a su nivel.

Por otra parte, puede darse el caso del padre que nunca tuvo un tren en su infancia y le regala a su hijo para reyes, uno espectacular. No ve la oportunidad de empezar a armarlo, así que, ajusta los vagones y comienza a unir los carriles de las vías. Mientras tanto, el niño ha tomado uno de los vagones y lo tiró lejos golpeándolo contra el sillón. El padre exclama: ¡No, no! ¿Pero qué estás haciendo? ¿No te das cuenta de que se puede romper? Tenés que colocar el vagón sobre el riel, así de esta forma, como lo estoy haciendo yo. El niño toma entonces el vagón y lo empuja sobre el riel, pero este cae fuera. El padre vuelve a recriminarlo No tenés que empujarlo, tienes que prender la máquina y vas a ver cómo funciona solo. Quizá el niño no tenga la suficiente motricidad ni para prender la máquina, ni para saber desde dónde se hace esto, así que, seguramente haya perdido interés en el tren y toda su maquinaria completa. Posiblemente el padre se enoje y el niño se entristezca ya que seguramente surja dentro de él, un incómodo sentimiento por no haber podido complacer a su padre, además de sentirse frustrado por no haber podido poner en marcha la locomotora.

Cada niño está capacitado para jugar con trenes, pintar dibujos de forma prolija, vestir a sus muñecas, etc. pero respetando cada etapa en su desarrollo. No es bueno apurarlos ni intentar quemar estas etapas. Lo único que se logra al intentar pasar a un nivel más avanzado, es que se sientan incompetentes y por consiguiente frustrados. Obviamente que esto les hace mucho daño y ningún bien. Lo correcto es dejar que el niño le muestre al adulto cómo jugar. Solamente en el caso de que lo pidan, ayudarlos. Si se les regaló un juguete complicado, las opciones sanas son: o permitirle que juegue a su manera, o de lo contrario guardarlo hasta que esté preparado para su uso.

Se ensucia jugando

A los niños les gusta hacer muchas cosas que los ensucian, y que son buenas para ellos. Les fascina hacer pozos en la tierra y en la arena, meter los pies en el barro, jugar en el agua. Les gusta rodar por la hierba, tomar barro entre las manos. Cuando tienen oportunidad de hacer estas cosas espectaculares para ellos, pensemos que enriquece su carácter, los vuelve personas cálidas, de la misma forma que la música hermosa, o encontrar una pareja, mejora el carácter de los adultos.

Los niños pequeños a quienes siempre se indica con aspereza que no ensucien sus ropas o que no hagan desorden, y que lo toman al pie de la letra, resultarán niños limitados. Si se vuelven demasiado temerosos de ensuciarse, también serán demasiado prudentes respecto de otras cosas, y ello será un obstáculo para que se transformen en las personas independientes, amables y responsables, que todo adulto desea para su hijo.

Con esto no se quiere transmitir que se permita a un hijo que haga toda clase de ideas que le surjan. Pero en el momento en que se tenga que parar la acción, no es necesario asustarlos ni entristecerlos; sencillamente, mantenga como adulto la calma y, una idea, es que cambie lo que está haciendo, por algo un poco más práctico. Si desean hacer tortas de barro cuando tienen puesta su mejor ropa, pueden autorizarlos a cambio de que primero se pongan ropa más vieja.

No obligarlos a que presten sus juguetes

Entre el año y medio o dos, cuando los niños comienzan a relacionarse entre sí y jugar juntos, es normal que tiendan a sacarse los juguetes de forma brusca. Cualquier niño chico tiene que tener algo que le pertenezca y, si se lo pide, es muy extraño que lo entregue de buenas maneras. O se lo quedan aferrándolo con fuerza, o lo entregan con rabia. A veces los padres piensan que su hijo tuvo una reacción muy fea, pero, a esta edad, es totalmente normal. Ya va a haber tiempo para enseñar buenos modales.

Es normal que los padres tengan miedo, al observar que su hijo pequeño de dos añitos, comience siempre con las peleas. Estos padres piensan que si de chico es así, de grande va a tener mal comportamiento. Hay que saber que es demasiado pequeño para tener sentimientos hacia los demás. Permita a su hijo que arrebate los juguetes y, en caso de notar que siempre lo hace, una sugerencia es dejar que juegue con niños mayores que ya saben defender sus derechos y no van a dejar que se les quite los juguetes de forma tan sencilla.

Si un niño de 2 años no quiere prestar sus juguetes, se está comportando de forma normal para esta edad. No se puede forzar la generosidad. Gradualmente la irá adquiriendo y en la medida de que abandone el egocentrismo típico además de empezar a querer y disfrutar de otros niños. Si un adulto quiere obligar a que preste un juguete a otro, le puede provocar la sensación de que el mayor quiere quitarle sus cosas y esto, seguramente la vuelva más posesiva. Ahora, cuando se trata de niño de tres años o más, y vemos que le está resultando difícil jugar con otros niños, quizá sea momento de consultar con alguien entendido en el tema, por ejemplo, un psicólogo infantil.

Gabriela Nari | Editora de Suhijo.com


Sobre esta noticia

Autor:
Mauricio P (665 noticias)
Fuente:
suhijo.com
Visitas:
5493
Tipo:
Reportaje
Licencia:
Creative Commons License
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