Si la violencia de género se da entre correligionarios se espera que la mujer calle o la matice por el bien de la lucha de clase. ¿Tiene base tal razonamiento?
Si una mujer lucha por su derecho de no ser madre mientras no lo desea, la apoyaré; si otra desea ser madre aunque la situación esté difícil la apoyaré, si una reclama el derecho de amar a un hombre, a varios, a ninguno, a otra mujer o de solo amarse a sí misma, también la apoyaré y solo me atreveré a sugerirle que si tendrá más de una pareja no sea a base de engaños sino que sea clara sobre su condición e intención desde el primer instante…
Si es maltratada por su empleador, padre, pareja, hermano o cualesquiera varón de su entorno por su condición de género, es obvio que también la apoyaré. ¿Por qué tendría que ser distinto si el abusador fuese un compañero de luchas, líder político del movimiento en que se agite, sea o no el mío, o por el sacerdote o pastor de su grey?
La violencia de género está enraizada en las luchas sociales como en todo otro orden de la vida de las personas, no reconocerlo o juzgar por lo que nos ha pasado cuando hemos sido bien libradas de ella no ayuda en la ruta por la equidad de género.
Decir con la cara lavada que no lucho por los derechos de la mujer porque lucho por los derechos de mi clase es abrir las puertas de par en par al machismo. Comprendo que a lo que puedan referirse es que más allá de unos cuantos derechos bien estereotipados por el comercio y las corporaciones mediáticas nuestra lucha debe estar tendiente a la equiparación de oportunidades que no se da entre los pobres pues para nadie es un secreto que si tienes dinero no hay grito de Corina Cano que valga, puedes acceder con seguridad para tu persona y sin consecuencias legales a un aborto realizado por profesionales, en condiciones higiénicas y en el más absoluto de los silencios, pero si no lo tienes, saldrás en prensa amarillista, se te seguirá causa judicial y todo ello si no es que quedas con lesiones permanentes y mueres por acudir a medicamentos u abortos clandestinos.
No recibir respuesta cuando preguntas en que puede beneficiarle a una organización social que la mujer calle ante las insinuaciones, acoso, campañas de desprestigio, ostracismo, falta de oportunidad y atención a las necesidades especiales de nuestro género, ante violencia verbal, amenazas de violencia física y ante el designio de resignarse a ser una de dos cosas: o eternamente secundona o si se te ofrece alguna oportunidad de liderazgo que transpires por cada una de tus células un machismo del que no te libera ni tu genotipo xx porque sientes que solo viéndote recia, firme, imbatible y denigrando a la que no se ve así mantienes el respeto de los machos para los que eres la útil mosca en el plato de leche.
La mayoría de las veces olvidamos que nuestra boca puede decir muchas cosas en tiempos de campaña mientras las actuaciones dicen muchas más fuera de ella
Esta mañana a punto de ingresar a mi jornada laboral ví en el muro de una contacto una publicación en la que comentaba y publicaba conversaciones de Whatsapp entre ella y un acosador, y leí algún comentario en el que se le decía “Qué lástima que esto no pudo arreglarse a lo interno de la estructura”
¿De verdad creemos que la estructura daría seriedad a un hecho así? Creo que si se lo diera la organización de la combativa joven tendría un código de ética para situaciones de género, pero casi apuesto que no lo tiene, como por desgracia ni lo tienen ni están en vía de tenerlo muchas otras organizaciones de corte social, ni están en vía de tenerlo o porque no lo creen necesario o porque no sabrían ni por dónde empezar su redacción.
En algún momento supe de un caso de violencia de género contra otra joven que derivó en que su estructura la desmereciera, se la criticó por denunciar a un varón considerado cuasisacrosanto por las décadas de trabajo en esa organización y cuando se quiso recomendar la redacción del código de ética (para evitar ese tipo de incidentes a futuro) la respuesta fue que con la joven a la que podía estar refiriéndome ya se había hablado, respuesta que me dejó claro lo mucho que debemos trabajar aún para que la violencia de género sea vista como lo que es, violencia y por violencia, intolerable.
No soy nadie para decirle a quien tiene armada una tolda que la veo endeble y que cualquier viento se la podría llevar volando, pero siento que la mayoría de las veces olvidamos que nuestra boca puede decir muchas cosas en tiempos de campaña mientras las actuaciones dicen muchas más fuera de ella. La reeducación en asuntos de género es obligatoria para todas las estructuras, llámese de movimientos, de gremios, de partidos…mucho más para todas las liderezas o líderes que la tratan con desdén en nombre de la lucha de clases…como si ser la mitad de la clase obrera no fuera suficiente motivo para elevar la cantidad y calidad de nuestras actuaciones en materia de equidad de género, dentro y fuera de nuestras familias, agrupaciones y la sociedad en general.
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