Con los años, el cerebro se ha convertido en un órgano tan infecundo . ¿Qué pasó con aquellos días en que creíamos poder inventar y revolucionar el mundo?

Hace un par de días leía sobre “decisiones difíciles“: ¿Cuál destino turístico será el mejor para mí ahora? ¿Brasil? ¿Qué tan imponente será el Cristo de Corcovado?, ¿Europa? ¿O el desconcertante Japón, con esas calles luminosas llenas de gente caminando?

Será culpa de mi cerebro o tan sólo tendré un corazón a prueba de “emociones”.

Hay personas tomando verdaderas decisiones difíciles en este momento, por ejemplo en Haití: ¿Qué será del destino de mis hijos ahora?, ¿Debo quedarme en este seudo-hospital a dar lo mejor de mí y hacer que nazca mi bebé o ir a buscar bajo los escombros a mis otros hijos?, ¿Estará Cristo con nosotros o estamos solos aquí?, ¿Estará mi familia en esa pila de cadáveres que se amontona en las calles o debo buscarlos en el que era nuestro hogar?

¿QUE ESTA PASANDO CON LA GENTE?

Ahora no quiero revolucionar el mundo, sólo quiero desahogarme con unas cuantas palabras mal escritas y gritar a mis lectores: ¿QUE ESTA PASANDO CON LA GENTE?.

Supongo que lo mismo de siempre, como dicen los inconmovibles: “el mundo sigue”.