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VIVIMOS DE LAS ÉPOCAS Y LAS NOTICIAS
Pero ellas son reemplazadas por otras
Estamos viviendo en época navideña. Época en que se promueve por un lado el desenfrenado consumismo que busca complacer más que necesidades una serie de gustos variados; por el otro lado, un mensaje más espiritual es dado por quienes fomentan la idea de que más que compartir regalos costosos e innecesarios se regalen sonrisas, tiempo, visitas a enfermos, se juegue con los hijos, se tenga prioridad hacia la familia en momentos de calidad, se regale integración. De todos modos el concepto es dar en retribución a lo que hemos recibido.
En plena navidad volvió a salir una noticia de una nación centroamericana esta mañana. La ONU requiere de muchos millones de dólares para Haití y su reconstrucción. Haití y los desastres naturales, esa noticia olvidada que ocupó primeras planas y luego desapareció de nuestro horizonte., vuelve a ser mencionada en los masivos medios de comunicación. Sería bueno priorizar a los haitianos, una nación extremadamente pobre con el ingreso per cápita más bajo de América, aún con la preocupación natural que se despierta cuando hay recogidas de dinero o mercado que van a manos de intermediarios. Es evidente que en todas partes hay vividores que tienen montado su sistema de recogida de donaciones solo para sus egoístas fines. Y la gente deja de dar por esos motivos.
Pero en nuestro entorno hay necesitados. No hay que ir a Haití ni Etiopía para ver percibir la realidad de gente que vive sin satisfacer sus necesidades más elementales. En nuestra misma ciudad, en el barrio, en el círculo de familiares o conocidos hay personas que luchan contra la adversidad, con hijos de por medio que sufren las consecuencias del desabastecimiento.
No es que no haya tantos recursos sino que están mal repartidos. Hay naciones ricas y naciones pobres. Podemos acordarnos de Etiopía y sus tierras estériles y secas que no están en capacidad de producir ni un grano de cebada. Por el otro lado está Inglaterra, nación que durante 60 años sacó petróleo de tierras iraquíes sin dejar ni una libra esterlina de regalía para ese pueblo. Estas son las cosas que desbalancean la repartición. Lo justo era que el petróleo iraquí beneficiara a sus gentes mediante un contrato de explotación equitativo entre la nación que en sus tierras tuviera el preciado recurso mineral y la nación que tuviera la capacidad tecnológica de hacerlo brotar de sus profundidades. Luego, no es de extrañar la cantidad de recursos, el crecimiento del Producto Interno Bruto, los niveles de producción e infraestructura y la misma calidad de vida de naciones poderosas como la mencionada, que han saqueado recursos de otros pueblos.
De lo que se han adueñado mediante esos métodos inmorales ha sido de las oportunidades de otros. Es lamentable que en el mundo moderno haya tanta búsqueda de competitividad, de superar al otro, mediante tales estrategias. Hoy miramos pobreza en muchas naciones que han sido catalogadas de "tercermudistas" o "países en vías de desarrollo".
El mundo moderno nos presenta un modelo voraz en que sobrevivir es duro. Somos las personas, mediante la búsqueda de otro tipo de valores y estilos de vida, los llamados a proponer algo diferente. Más comunicación personal, más solidaridad, más hermandad, integrarnos de manera sincera, apartarnos de la trampa como mecanismo para sacar beneficios a costa del perjuicio de otros, he ahí las herramientas que tenemos los pobres para armar un bloque que nos permita sobrevivir de mejor manera.
No se trata de acordarnos de la mamá el día de las madres y llevarle un regalo material y tenerla desprotegida, abandonada o maltratada el resto del año, no se trata de acordarnos de los pobres por la noticia del terremoto en Haití o la falla geológica de Gramalote que dejó a nuestro departamento con un municipio desaparecido y con sus gentes y sus esperanzas y sueños viviendo en el aire, se trata es de tener la sensibilidad despierta para percibir las oportunidades del día a día.
El amor desinteresado debe ser el impulsador de la maquinaria de la solidaridad. La satisfacción de dar, el compromiso de no ser indiferentes, el dar la oportunidad a otros, deben imbuir los actos de quienes en esta época y por la navidad están buscando a veces como quedar bien con la comunidad y consigo mismos.